sábado, 3 de agosto de 2013

Relato: Una excursión cualquiera II




La voz asustó en un principio a MarieAnne, pero después se sintió aliviada. Quizá era uno de los forestales. Se giró poco a poco, alzando la cabeza y apoyándose en el árbol con una mano. Lo primero que vio fueron unos pies enormes. Con esos pies debe ser un gigante, pensó. Subió la mirada poco a poco siguiendo sus piernas enfundadas en unos tejanos desgastados. Pues no es un forestal. Durante un instante volvió a sentir miedo. Al fin y al cabo estaba sola en el bosque con un desconocido. Y además, lo suficientemente enferma como para no poder valerse por sí misma. Siguió alzando la vista para poder verle la cara pero el mundo empezó a girar en torno a ella y tuvo que volver a bajar la cabeza para recobrar un poco la compostura.

–No, evidentemente no me encuentro bien–, contestó enfurecida por la pregunta estúpida y por su propia vulnerabilidad–. He comido algo que me ha sentado realmente mal.

–¿Algo del bosque?


–No soy tan idiota como para comer algo que no sé qué es, gracias por preguntar.

Vaya, la chica tiene carácter, pensó Luke. A pesar de su situación no se dejaba vencer por el miedo que seguramente debía estar sintiendo.

–Me llamo Luke. Mi cabaña está cerca de aquí. Será mejor que la lleve.

–No. Mi coche.

–El aparcamiento de la entrada del parque queda a media hora de camino. Más, teniendo en cuenta el estado en el que está. En mi cabaña hay teléfono fijo y podemos llamar al doctor Masters. Uno de los forestales lo acercará hasta la cabaña en un quad y podrá visitarla. ¿Le parece bien?

Le habló tranquilamente, como si estuvieran en una reunión social y le estuviera contando cualquier anécdota. No la ayudaría si ella se daba cuenta que en realidad estaba asustado por la situación. Al fin y al cabo, una intoxicación podía resultar algo peligroso y el médico tardaría al menos una hora en llegar. En una hora podían pasar muchas cosas, pero su solución era la mejor posibilidad que tenía ella.

MarieAnne intentó asentir con la cabeza porque notaba como otra arcada le subía por la garganta y pensó que si abría la boca, sería incitarla a descargar, pero el movimiento provocó el mismo efecto que quería evitar y acabó vomitando de nuevo.

–Maldita sea.

Luke se acercó en tres zancadas, le quitó la mochila de la espalda para colgársela él al hombro, la levantó cogiéndola por la cintura, pasó la otra mano bajo las rodillas y la apretó contra su pecho.

–Te sugiero que reprimas tus ganas de vomitar unos diez minutos. Si no puedes, hazme algún tipo de señal para que te baje. No me gustaría que me vomitaras encima.

Después de su discurso pronunciado en tono impaciente, empezó a caminar hacia su cabaña. Ella ni siquiera protestó.



Poco antes de llegar a la cabaña, la llovizna se convirtió en tormenta. El día se oscureció cuando las nubes negras taparon el sol. Luke caminaba rápidamente sintiendo el cuerpo de la mujer totalmente laxo entre los brazos. Si no había perdido la consciencia estaba a un paso de hacerlo.

Abrió la puerta de la cabaña y se precipitó al interior. Habían quedado empapados y su prioridad fue quitarle la ropa mojada. La temperatura había bajado y ella había empezado a tiritar un momento antes de entrar.

–Tengo que quitarte esta ropa mojada– le dijo con voz suave, no sabiendo si ella lo oía, pero haciéndolo de todas formas para tranquilizarla–. Podrías pillar una pulmonía. Quiero que estés tranquila, ¿de acuerdo? No voy a hacer nada más que ayudarte.

MarieAnne podía oírlo perfectamente pero no tenía fuerzas para responder. Era como si su cuerpo hubiera sido abandonado de toda la fuerza y la vitalidad que tenía media hora antes. Se sentía terriblemente cansada y sin ganas de luchar. No le hacía gracia que un extraño la desnudara pero ni siquiera sintió miedo. Estaba más allá de cualquier sentimiento excepto del terror que sentía por estar tan irremediablemente desfallecida. Quería moverse y quería hablar, pero su cuerpo no respondía a sus impulsos.  Era como si lo estuviese viendo todo a través de una ligera neblina. Era consciente de los sonidos, los ruidos y de su voz, pero no podía reaccionar a nada.

Sintió como él la acostaba sobre algo mullido, una cama probablemente, y cómo poco a poco, con suavidad y mucho cuidado, iba quitándole la ropa, desde la parka y las botas hasta los pantalones, el jersey y la camiseta. Le dejó puestos los sostenes y las bragas, y ella sintió un gran alivio por ello.

Después la acomodó dentro de la cama y la tapó, arropándola como si fuese una niña. Casi sintió deseos de llorar por la ternura del gesto. Un completo desconocido la estaba tratando con más amabilidad de la que nunca ningún amigo había tenido con ella.

Cuando dejó a la mujer bien acomodada en su cama, Luke fue rápidamente hasta el teléfono. En la consulta del médico respondieron sin dilación y la enfermera le aseguró que el doctor estaría allí lo antes posible. Cuando colgó, fue hacia la cocina para hacer, tal y como le habían recomendado, una infusión con manzanilla, salvia y romero. Por suerte, Julio, el hombre que cuidaba de la cabaña durante su ausencia, era un fanático de la fitoterapia y le mantenía la alacena llena de frascos bien etiquetados con hierbas recogidas del mismo bosque.

Cuando la tuvo preparada, la enfrió y volvió a su dormitorio. Era esencial, le había dicho la enfermera, evitar la deshidratación, y la infusión la hidrataría además de proporcionarle algo de alivio.

Dejó el vaso sobre la mesilla de noche, se sentó en la cama y se dispuso a levantar a MarieAnne lo suficiente como para que pudiera beber algo. Ella estaba pálida y con profundas ojeras, pero a pesar de eso Luke se sintió golpeado en lo más profundo al observarla con detenimiento por primera vez.

Su pelo, largo y sedoso, enmarcaba un rostro ovalado. Tenía las pestañas muy largas y espesas sin necesidad de rimmel, y su boca era jugosa y aterciopelada. Se sorprendió preguntándose cómo sería besarla y después se dio una colleja mental por estar pensando estupideces en un momento como ese. Ella necesitaba beber líquidos mientras esperaba la llegada del médico porque si la deshidratación era grave, tendrían que trasladarla al hospital y éste estaba bastante lejos.

–Eh, preciosa- le dijo con dulzura-. Abre los ojos. ¿Puedes abrirlos?

Ella lo intentó con todas sus fuerzas y sus pestañas revolotearon durante un instante, pero al final desistió. Él suspiró profundamente.

–Está bien, no te preocupes. El doctor ya está de camino, pero mientras esperamos me ha dicho que tienes que beberte esto que tengo aquí. Voy a incorporarte un poco y te apoyaré sobre mi pecho, ¿de acuerdo? Tú, lo único que tendrás que hacer, es tragar. ¿Podrás hacer eso?

MarieAnne intentó asentir con la cabeza y decir sí, pero lo único que salió de su boca fue un bfgrum que él interpretó como una afirmación. Se sentó sobre la almohada, al lado de la cabeza de ella, y apoyó la espalda en la cabecera de la cama. Después la cogió suavemente y la levantó un poco hasta que quedó apoyada con la espalda sobre su pecho. Acunó su cara con una mano y con la otra cogió el vaso y se lo acercó a los labios. Ella bebió ávidamente.

–Sshhht, despacio. Poco a poco, no queremos que te entren ganas de vomitar de nuevo, ¿verdad? – Ella pareció entenderle porque el ritmo de los tragos se suavizó–. Así, buena chica.

Se terminó todo el vaso y pareció calmarse. Luke sabía que tenía que volver a acomodarla en la cama y levantarse, pero se sintió reticente a hacerlo. Lo invadió una extraña sensación, como si tenerla allí, apoyada sobre el pecho, fuese la cosa más natural del mundo. Tuvo la necesidad de rodearla con los brazos y acunarla, pero no lo hizo. Pensó que si ella era consciente de lo que estaba haciendo, quizá se asustara. Así que le acarició un mechón rebelde que le caía sobre la frente, lo apartó para que no la molestara, y la volvió a acostar.



5 comentarios:

  1. q lindo !! Luke es un tierno..al menos eso parece ya me gusta nomas por haberla ayudado .me esta gustando la historia

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  2. Una historia preciosa. (Pobre chica, solo de imaginarme como tiene que sentirse me pongo mala) Con mucho detalle y ameno.
    A ver que tal sigue.
    Saludos

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  3. Una historia entrañable, escrita con calma y precisión. Me está gustando, a ver si el médico nos revela que le sucede a Mari Anne

    Besos

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  4. Pues... vayamos a por el tercer capítulo.

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  5. Enamorada de la historia totalmente hermosa!!!

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